"No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.Mateo 6:19-21"
Sucedió que un niño de cuatro años metió su mano en un costoso florero y no pudo sacarla de allí. La madre tampoco pudo sacar la mano del niño. Intentó arrimar el florero pero fue inútil. Siguió intentando con jabón. Pues no le quedó otra que resignarse y calmar al niño. “Pronto va a venir papá y te va a quitar la mano”
Podría haber roto el florero. . . . . (el niño que no abrió su mano)
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